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Published: 11.12.2020
Dr. Van Charles Lansingh Director Médico
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Dr Hugo Nano
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Describir en algunos párrafos la trayectoria de un gran ser humano y su impacto en la vida de los que le rodean sería imposible. Quizá la mejor aproximación para entender su modus vivendi, para aquellos que no tuvieron el gusto de conocerle, sería la frase que para él fue lema y filosofía en la oftalmología “No atendemos ojos enfermos sino personas con ojos enfermos”. El humanismo y enfoque centrado en el paciente que encierra esta simple frase es sin duda la esencia medular de la obra del Dr. Hugo Dionisio Nano.

A la edad de 25 años, Hugo Dionisio Nano se convirtió en el Dr. Nano al obtener su título médico de la facultad de medicina de la Universidad de Buenos Aires en el año de 1953. Durante su carrera comenzó a demostrar su inclinación por la docencia como ayudante de cátedra de Fisiología. Posterior a ello comenzó sus actividades en oftalmología en el Hospital Salaberry.

Seis años después, en 1959, se trasladó a los Estados Unidos de Norteamérica donde se desempeñó como becario y posteriormente como investigador asistente en la Universidad de Cornell con el Dr. Harvey Lincoff. Junto a él, desarrollaron de la aplicación de criocoagulación para el tratamiento del desprendimiento de retina y la creación de la aguja espatulada. Fue también durante esta estancia que observó el sistema de residencias en oftalmología el cual posteriormente implementaría en Argentina.

Al volver a Argentina construyó su primera clínica y casa en su mismo edificio, y desarrolló la primera historia clínica computarizada. Éste mismo espíritu emprendedor lo llevó a convertir pequeñas reuniones de colegas hispanohablantes que se reunían en un cuarto de hotel a platicar sobre lo aprendido en los congresos americanos en el bloque de ““Lo Mejor de la Academia en Español” junto al Dr. Albert Vaiser.

Dr Hugo Nano teaching

En 1988, con su característico espíritu preventivo y social, creó el programa “Ver para Aprender” de detección, diagnóstico y corrección de errores refractivos con más de 500.000 alumnos relevados y 15.000 pares de anteojos entregados en conjunto con distintas OG y ONG en la provincia de Buenos Aires. Sin embargo la labor en comunidad se extendió consistentemente a lo largo de su trayectoria profesional a través de numerosas campañas de salud ocular, prevención de ceguera, e incluso el desarrollo del programa Banco de Ojos en la municipalidad de San Miguel.

En 1992 fundó la Fundación Oftalmológica Hugo D. Nano en su ciudad de origen, donde su espíritu apasionado, la capacidad de trabajar en equipo y compartir conocimientos, junto a la intensa alegría con la que llevó adelante magnitud de proyectos lo convirtieron en un precursor y maestro. Afiliada a la Universidad de Buenos Aires se convirtió en sede para rotaciones de los cursos de oftalmología de estudiantes de pregrado y del Programa de Residencia de la Clínica de Ojos Dr. Nano para la obtención del título de médico oftalmólogo de la Universidad de Buenos Aires, del cual a la fecha han egresado más de 170 médicos en quienes siempre hizo el esfuerzo por transmitir más allá de su conocimiento académico y científico, una amplia gama de valores humanos.

Con la firme creencia de que la ceguera no debe ser el final de nuestra intervención como oftalmólogos, y que “No se ve con los ojos, sino con el cerebro”, el Dr. Nano se esforzó siempre por ayudar a rehabilitar a los pacientes ciegos e integrarlos a la sociedad de la mejor manera posible. Prueba palpable de ello es una escuelita de futbol para niños ciegos y un equipo superior federado de fútbol para ciegos, los cuales funcionan desde el 2011, cuyo nombre es Fundación Nano/Estudiantes de la Plata ya que el objetivo es incluir a través del deporte y su identidad que cuenta en la actualidad con tres jugadores en la selección nacional “Los Murciélagos” salidos de la escuelita de futbol.

Nano hospitalA lo largo de su vida el Dr. Hugo Nano dictó más de 100 conferencias y cursos nacionales e internacionales, publicó más de 100 trabajos sobre investigación biológica y clínica, y colaboró en numerosos libros de especialidad. Fue representante de la IAPB en Argentina, y recibió alrededor de veinte premios y condecoraciones de organizaciones tan importantes como la Academia Americana de Oftalmología, la Asociación Panamericana de Oftalmología y fue nombrado Ciudadano Ilustre de la Provincia de Buenos Aires.

Deja después de su partida una herencia invaluable que seguramente seguirá multiplicándose de manera exponencial, ya que ha dejado sembrada una parte de él en cada persona que tuvo el enorme placer de conocerle. Sin duda el maestro Hugo Nano será recordado por su gran obra, no solo como médico, científico o profesor, sino como pensador, humanista, humorista, filántropo y amigo.


(In English)

Describing in a few paragraphs the trajectory of a great human being and his impact on the lives of those around him would be impossible. Perhaps the best approach to understand his modus vivendi, for those who did not have the pleasure of meeting him, would be the phrase that for him was the motto and philosophy in ophthalmology “We do not treat sick eyes but people with sick eyes”. Humanism and a balanced approach to the patient that this simple phrase captures is undoubtedly the core essence of Dr. Hugo Dionisio Nano’s work.

At the age of 25, Hugo Dionisio Nano became Dr. Nano upon obtaining his medical degree from the Faculty of Medicine of the University of Buenos Aires in 1953. During his career, he began to demonstrate his inclination for teaching as an assistant professor of Physiology. After that he began his practice in ophthalmology at Salaberry Hospital.

Six years later, in 1959, he moved to the United States of America where he served as a fellow and later as an assistant researcher at Cornell University with Dr. Harvey Lincoff. Together, they developed the application of cryocoagulation for the treatment of retinal detachment and the creation of the spatulate needle. It was also during this stay that he observed the ophthalmology residency system which he would later implement in Argentina.

Upon returning to Argentina, he built his first clinic and house in his own building, and developed the first computerized medical records. This same entrepreneurial spirit led him to convert small meetings of Spanish-speaking colleagues who met in a hotel room to talk about what they learned in the American congresses to “The Best of the Academy in Spanish” with Dr. Albert Vaiser.

In 1988, with his characteristic social spirit, he created the “Ver para Aprender” programme for the detection, diagnosis and correction of refractive errors with more than 500,000 surveyed students and 15,000 pairs of glasses delivered in conjunction with different GOs and NGOs in the province of Buenos Aires. His work in the community was consistently extended throughout his professional career through numerous campaigns on eye health, prevention of blindness, and even the development of the “Banco de Ojos” programme in the municipality of San Miguel.

In 1992 he founded the Hugo D. Nano Ophthalmology Foundation in his hometown, where his passionate spirit, his ability to work as a team and share knowledge, together with the intense joy with which he carried out the magnitude of projects made him a pioneer teacher. Affiliated to the University of Buenos Aires, it became the headquarters for rotations of the ophthalmology courses for undergraduate students and the Residency Program of the Dr. Nano Eye Clinic. One could obtain the title of ophthalmologist from the University of Buenos Aires, and to date more than 170 doctors have graduated from this programme. He always made an effort to transmit beyond academic and scientific knowledge, a wide range of human values.

With the firm belief that blindness should not be the end of our intervention as ophthalmologists, and that “It is not seen with the eyes, but with the brain”, Dr. Nano always strived to help rehabilitate blind patients and integrate them into society in the best possible way. Proof of this is a soccer school for blind children and a superior federated soccer team for the blind, which have been operating since 2011, whose name is Fundación Nano/Estudiantes de la Plata. It’s objective is to encourage inclusion through sports and currently three players in the national team “Los Murcielagos” have come from the football school.

Throughout his life, Dr. Hugo Nano gave more than 100 national and international lectures and courses, published more than 100 papers on biological and clinical research, and contributed to numerous specialty books. He was a representative of the IAPB in Argentina, and received around twenty awards and decorations from such important organizations as the American Academy of Ophthalmology, the Pan-American Association of Ophthalmology and was named Distinguished Citizen of the Province of Buenos Aires.

After his departure, he leaves an invaluable inheritance that will surely continue to multiply exponentially, since he has left a part of himself planted in each person who had the great pleasure of meeting him. Undoubtedly, the teacher Hugo Nano will be remembered for his great work, not only as a doctor, scientist or teacher, but as a thinker, humanist, humorist, philanthropist and friend.