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Join IAPBEsta historia, del inicio, desarrollo, logros y tropiezos de un proyecto de Salud Ocular encaminado a Prevenir la Ceguera evitable no pretende elogiar y engrandecer a ninguna persona o institución en particular, lo que queremos con la narración de esta experiencia llevada con pasión, convicción y bajo lineamientos claros de lo que preconiza el Programa Visión 2020 es que colegas oftalmólogos jóvenes que quieren llegar con Salud Ocular y alto volumen a las poblaciones menos favorecidas tengan una guía y un impulso de querer hacerlo y en algunos casos de cómo hacerlo.
Luego de terminar mis estudios de oftalmología en la Ciudad de Guatemala en el Hospital Roosevelt por los años 1986-1989, retorné a Quito-Ecuador y pude involucrarme con dos colegas más en un proyecto de atención oftalmológica en un pueblo remoto del País ubicado al extremo norte frontera con Colombia y el Océano Pacífico. Población afrodescendiente en su mayoría, sin ningún tipo de servicio de salud visual y con acceso desde las ciudades principales solo vía aérea con una pequeña avioneta en una pista de 400 metros de hierba y tierra. Cuatro días al mes durante tres años dos de los tres oftalmólogos comprometidos con este proyecto, alternadamente viajábamos hasta San Lorenzo en la Provincia de Esmeraldas (20.000 habitantes) para atender pacientes previamente seleccionados por una enfermera misionera alemana con altos conocimientos en patología ocular y trabajo comunitario. Una vez atendidos estos pacientes, los seleccionados con catarata o glaucoma eran operados en una “sala de cirugía” acondicionada de la mejor manera posible tomando en cuenta las carencias de infraestructura de la localidad y sorteando inconvenientes como apoyo de energía eléctrica con una planta de luz a gasolina. Un trabajo gratificante, lleno de aventuras y anécdotas, pero sobre todo lleno de compromiso social haciendo lo mejor posible en beneficio de la salud visual de pacientes que no tenían ninguna otra oportunidad. Se operaba en cada entrada de 4 días al mes, alrededor de 25 a 30 cirugías, y se atendían más de 200 consultas oftalmológicas sin darnos cuenta que estábamos haciendo un camino y escuela que dejaría huellas en la población, pero, en especial en nuestras vidas. Con esta primera experiencia tomamos el reto de querer iniciar un propio proyecto que se transforme luego en un programa de prevención de ceguera continuo, sostenible en el tiempo y logre su autonomía financiera.
Caminados estos primeros pasos en trabajo comunitario y motivados por las enseñanzas recibidas en el Primer Curso Provisión en la Ciudad de Bucaramanga organizado por Fundación Oftalmológica de Santander (FOS, actualmente FOSCAL) de la mano del Dr. Allen Foster, experto médico oftalmólogo británico, en 1994, presentamos a la CBM un proyecto de Salud Ocular Comunitaria para ser implementado en una zona rural de la Ciudad de Quito, fue aprobado a los pocos meses y recibimos el apoyo económico y de capacitación de personal de enfermería abriendo sus puertas en abril de 1995 el servicio de Salud Ocular en la población de Yaruquí (población de 15.000 habitantes a 40 Km. de la ciudad de Quito), teniendo como estrategia su ubicación geográfica por estar rodeada de varias poblaciones cercanas y zona de influencia de más de 200.000 habitantes que en esa época no disponían de ningún tipo de servicio oftalmológico o salud visual cercanos, así nació la Fundación Oftalmológica del Valle (FOV) como una opción para la población de escasos recursos económicos de encontrar atención en consulta y cirugías oftalmológicas con calidad, equipos de alta tecnología, recurso humano capacitado y comprometido además de una base fuerte en atención primaria de salud ocular.
[table “69” not found /]Al inicio el proyecto lo conformábamos 4 personas (una enfermera, dos asistentes oftálmicas y un oftalmólogo), realizamos contactos con organizaciones comunitarias, iglesia, campesinos y difundimos los servicios que ofrecía la Unidad de Salud Ocular que habíamos equipado y emprendido, fuimos cumplidos con los horarios establecidos, el costo de consulta y cirugías eran muy bajos y de manera estratificada de acuerdo a la condición socio-económica de cada paciente lo que permitió el acceso a toda persona que requería la atención. Pusimos énfasis en realizar visitas en comunidades alejadas y nos planteamos que la prioridad de nuestro proyecto era cirugía de catarata en especial con visiones menores a 20/400. En este punto del presente artículo diría que la clave para nuestro positivo crecimiento en volumen (ver cuadro 1) y confianza de la población fue centrarnos en los mayores de 55 años con lo cual el trabajo de captación de pacientes con catarata en el campo no se diluía en toda la población y resultaba más efectivo para la captación de pacientes con catarata. El otro aspecto clave fue el respeto permanente al paciente, cumplimiento con las citas, horarios, tarifas establecidas, calidad de atención en consulta y cirugía y la calidez de todo el personal de la Unidad de Salud Ocular.
Nos involucramos de lleno en el trabajo de la Fundación (FOV) tratando de cumplir las propuestas de Visión 2020, participamos de las reuniones y congresos organizados o avalados por la Agencia Internacional para la Prevención de la Ceguera (IAPB), aprendimos de otros proyectos de la Región Latinoamericana que visitábamos con frecuencia gracias a nuestro involucramiento como asesor médico de la CBM desde 1996. Los cursos Provisión realizados año tras año en Bucaramanga por 9 ocasiones seguidas apoyando al profesor Allen Foster fueron una excelente escuela para aprender el qué hacer y cómo hacerlo. Ya para el año 2000 nuestro proyecto había tomado fuerza en Ecuador, realizábamos junto con otros colegas involucrados en la Fundación (FOV), enfermeras y técnicos en oftalmología visitas a distintos pueblos y ciudades del País que carecían de servicio de Salud Ocular. La necesidad era grande, tal vez enorme, encontrábamos en cada visita decenas de pacientes no solo con catarata, sino, ciegos por catarata, teníamos que dar solución al problema y para esto debíamos realizar una cirugía de catarata replicable en todo lugar, que permita abordar con seguridad cualquier tipo de dureza de cristalino, que maneje costos bajos y que la recuperación de la cirugía sea rápida sin requerir muchos controles y con el menor número de complicaciones posibles.
Aprovechamos la presencia de los doctores Leopoldo Garduño (Irapuato-México) y Leonidas Navarrete (Armenia-Colombia) en el Congreso Panamericano de Oftalmología en el 2003 en San Juan-Puerto Rico y los invitamos a Ecuador para aprender sus técnicas de cirugía manual de catarata con pequeña incisión (MSICS) y aplicarla en nuestro trabajo diario con la FOV ya que estábamos convencidos que, a pesar de todos los avances en equipos y técnicas de cirugía de catarata, la MSICS es una alternativa válida para la mayoría de nuestros países de América Latina, en especial en zonas alejadas de las capitales o en personas con limitada capacidad económica. Nos encontramos que muchos colegas de la región continuaban en su práctica diaria realizando cirugía extracapsular tradicional con heridas grandes y varios puntos de sutura y que les era imposible por diferentes motivos acceder a la facoemulsificación. Es aquí donde gracias a la ayuda de CBM, y un grupo grande de colegas latinoamericanos, realizamos más de una veintena de cursos teórico prácticos por diferentes países de América Latina tratando de difundir esta técnica de MSICS, remarcando que si queríamos llegar a cumplir las metas de Visión 2020 y el número de cirugías de catarata requeridas para evitar la ceguera, esta técnica era una opción válida, es decir tecnología apropiada a bajo costo y replicable en cualquier lugar.
Debo reconocer aquí el empuje y apoyo en la organización de los cursos para enseñanza y difusión de MSICS al señor Martin Ruppenthal de la CBM, a los doctores: Francisco Contreras Campos, Artemio Burga y César González de Perú, Francisco Martínez Castro, Leopoldo Garduño y Van Lansing de México, Rainald Duerksen y Pablo Cíbils de Paraguay, René Cabrera, Robin Ríos y Alfonso Almeida de Ecuador, Leonidas Navarrete de Colombia, Doris Alvarado de Honduras, Carlos Carranza de Argentina y Joel Moya de Bolivia.
Aprovechando la presencia de autoridades de salud del Ecuador en el año 2007 con deseos de mejorar la Salud Visual en el País, junto con los directivos de esa época de la Sociedad Ecuatoriana de Oftalmología propusimos al Ministerio de Salud Pública (MSP) la implementación del Programa “Plan Visión Ecuador” para realizar operaciones de catarata en las provincias que no tenían cobertura oftalmológica, siendo un éxito con el aporte voluntario de más de 35 médicos oftalmólogos ecuatorianos cubriendo gran parte del territorio. Fue tal el resultado inicial que para el 2008 y 2009 ya se agregaron a las cirugías de catarata en el Programa “Plan Visión Ecuador” también errores refractivos en escolares y retinopatía diabética, asignando el MSP por primera vez en la historia del País un presupuesto para estas patologías. Desgraciadamente como toda actividad que depende de autoridades del momento y no está institucionalizado, el programa sufrió recortes de presupuesto y dejó desde el año 2012 tener la relevancia de sus años iniciales.
Volviendo al trabajo y actividades de la Fundación Oftalmológica del Valle, gracias a la ayuda y confianza de la CBM y la BMZ (agencia de desarrollo del Gobierno Alemán), se construyó y equipó la segunda clínica oftalmológica en la ciudad de Esmeraldas (en la costa del Pacífico de mayoría afrodescendiente) para cubrir una población de más de 400.000 habitantes, como también un Centro Oftalmológico apoyado por el Arzobispado en la ciudad de Latacunga (100 Km. al sur de Quito, población mayoritariamente indígena con área de influencia de más de 200.000 habitantes).
Actualmente las jornadas comunitarias han disminuido por la gran afluencia de pacientes en los Centros Oftalmológicos que maneja la FOV, los casi 25 años de buen trabajo han permitido que la gente de los pueblos y ciudades ya lleguen por cuenta propia hasta la Clínica seguros de encontrar una atención con calidad, pero, especialmente con calidez.
Esperamos que proyectos como este o similares, sirvan para que más colegas se junten y trabajen pensando en una oftalmología moderna, con tecnología de punta pero sin perder el objetivo principal que es llegar a brindar el acceso a todos los pacientes que así lo requieren. La ceguera en cada país es como un gran elefante donde es imposible que solos podamos comérnoslo todo, pero si cada proyecto se hace cargo de una parte del problema (un pedazo del elefante) será mucho más fácil eliminarlo, que en nuestro caso se llama ceguera evitable o prevenible.
Por Dr. Felipe Chiriboga Acosta;
Director Médico – Fundación Oftalmológica del Valle – Quito-Ecuador